“Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido. Sintiendo su mano en la sombra mezo a mi niño.”
Meciendo, Gabriela Mistral
Uno de los sentimientos más profundos que he
tenido en esta clase fue en la que hablamos de Gabriela Mistral y su poema, Meciendo. Me encantó esa clase porque el
profe Mack se puso a hablar del simbolismo que hay en este poema en cuanto al
ser padre. Él contó del día en que estuvo esperando mucho tiempo en la sala
donde estaba su bebé conectado a muchas máquinas para que respirara. Me acordé del
momento en que mi padre me había hablado de cómo se sintió cuando nací yo y los
pensamientos que se le vinieron a la mente. Me dijo que estaba tan emocionado y
feliz que por fin era padre y, a la vez, se dio cuenta de que no sabía lo que el
futuro traería.
Yo no soy padre, pero mientras estuve
sirviendo como misionero, yo sentía el amor que tiene Dios por nosotros hacia
las personas que me rodeaban. Yo quería hacer todo para que pudieran entender
realmente el amor tremendo que nuestro Padre tiene. Aquí en su poema, Gabriela nos
muestra a nosotros que, aunque hay “miles de mundos,” podemos “sentir su mano
en la sombra” como si estuviera a nuestro lado.
El profe Mack ha estado hablando mucho en
cuanto a la importancia de tener una figura de apego en nuestras vidas y las
consecuencias que siguen si no hay. El saber que Dios es la figura de apego más
importante que uno puede tener no tiene precio. Él nos ha dado tantas cosas
para que sepamos eso y nos ha puesto aquí para que desarrollemos sentimientos
muy profundos y fuertes por otras personas con el fin de que comprendamos un
poco mejor lo que siente Él por nosotros.
Meciendo
a nuestro niño o a alguien a quien amemos nos da lo que se espera que
adquiramos en esta vida.
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